La curación a través del trabajo con los centros de energía de nuestro cuerpo

Para hablar de curación, debemos aclarar primero nuestra concepción de los términos: salud-enfermedad. Consideramos salud al estado del ser humano en desarrollo y en enfermedad.

No consideramos al ser humano adulto como un ser humano completamente desarrollado, sino apenas en el umbral de su posible crecimiento; crecimiento que puede darse a través del trabajo sobre sí, en cualquiera de las escuelas o caminos existentes en la base de nuestras culturas, tanto de oriente y occidente, como de América. En este sentido, Río Abierto pertenece a las escuelas del cuarto camino del Yoga, que se caracteriza por integrar en el mismo camino el aspecto físico, mental y emocional del ser humano, sin dejar a su vez la vida en el mundo.

Concebimos al ser humano dotado de un cuerpo energético, que nutre y es nutrido a la vez por el cuerpo físico, formado por múltiples vértices y redes de energía sutil: en cada poro y en cada articulación de nuestro cuerpo hay pequeños y medianos centros energéticos, relacionados asimismo con los siete centros mayores, que describiré a continuación.

Podemos imaginar a estos centros -verdaderas inteligencias energéticas de nuestro cuerpo- relacionados con los órganos, glándulas y articulaciones pertenecientes a su área de influencia, como una flor cuya corola abre hacia adelante en la mayoría de los casos, y cuyo tallo se inserta en cierto punto de la columna vertebral. De ahí surge la importancia del trabajo con este eje en todas las disciplinas y distintos caminos del Yoga.

En el primer centro, que denominamos nosotros centro bajo, la corola se abre hacia la Tierra y el tallo se inserta en la articulación del cóccix con el hueso sacro. Constituye nuestra posibilidad de conexión con la Tierra, de arraigamiento. A este centro pertenece la energía de más fuerza y densidad; la que usamos para hacer grandes esfuerzos físicos, que en la vida llamada “civilizada” tenemos poca oportunidad de utilizar y por lo tanto de contactar. Es esta una primera causa de “enfermedades”, ya que esta energía densa acumulada produce cansancio, pesadez, estreñimiento y dificultad de movimiento, con sus consecuentes estados de ánimo.

El segundo centro tiene su tallo-raíz en la articulación de la quinta vértebra lumbar con el sacro, lo llamamos por esta razón centro lumbo-sacro y es también conocido como centro sexual. Su corola se abre justo por encima del hueso púbico en ésta su área de influencia y una de sus principales funciones es la distribución de energía en nuestro cuerpo, función muy relacionada, por cierto, con nuestra sexualidad, lo que le ha acarreado no poca represión y anatemización. Su buen funcionamiento depende en buena medida de la movilidad de la cadera en relación con la columna vertebral, movimiento éste bastante sancionado socialmente, que tenemos gran necesidad de recuperar. Sus “enfermedades” corresponden entonces a la función sexual, problemas circulatorios, y lumbalgias o compresión del nervio ciático, a nivel de columna vertebral.

El tercer centro es el centro vegetativo, inteligencia orgánica de nuestro cuerpo: su corola se abre hacia adelante a la altura del plexo solar, con el que esta íntimamente conectado, y su raíz se inserta entre las últimas vértebras dorsales y las primera lumbares.

Su función es mantener el equilibrio orgánico de nuestro cuerpo: ingestión, digestión, sueño, etc. Está más aceptado socialmente, pero es por esta misma razón que a veces interfiere en el funcionamiento de los centros inferiores: reemplazamos muchas veces necesidades sexuales o de movimiento, por comida o sueño, lo que va produciendo con el tiempo una invasión física de nuestro abdomen sobre el pubis, con los problemas orgánicos que esto puede provocar; “órganos caídos”, inflamaciones, problemas digestivos, mal humor, irritabilidad a nivel emocional.

La manera en que trabajamos con estos problemas en Río Abierto, es con ejercicios que movilicen la columna vertebral, para hacer circular la energía allí acumulada, ayudamos, a nivel emocional, a la expresión de las emociones “negativas” para lograr su transformación en energía aprovechable nuevamente por el organismo total del ser, y con ejercicios finalmente para reacomodar y tomar más conciencia de los órganos del bajo vientre.

El cuarto centro es el cardíaco, relacionado íntimamente con el corazón y la glándula timo.

Se abre hacia adelante a la altura de nuestro esternón, y su raíz se inserta a esa misma altura en la columna vertebral. A nivel orgánico esta relacionado con la salud de nuestro corazón, sistema circulatorio, y sistema inmunológico por su relación con el timo. En el plano emocional tiene correspondencia directa con nuestra capacidad de amar. A este nivel energético tenemos normalmente poco acceso. Nuestra energía, detenida en los centros bajos a causa de las ya mencionadas dificultades de circulación llega pobremente al centro cardíaco, apenas en forma suficiente para que el organismo se mantenga en funcionamiento, pero definitivamente no suficiente para un pleno desarrollo de nuestra capacidad de amar, ni para un correcto funcionamiento de nuestro sistema inmunológico. Quiero mencionar también que es este un centro predominantemente centrífugo: su energía funciona óptimamente cuando se da, y en esto reside su conexión con nuestra posibilidad de dar servicio. El servicio nutre y cura este centro, contrariamente a lo que solemos esperar en este sentido. El amor es algo que vamos a encontrar al darlo, pues ya está en nosotras/os, no necesitamos esperar a que nos llegue: va a llegar en la medida en que lo brindemos, y en esto consistirá, a la vez, la “curación” de nuestro centro cardíaco, junto con ejercicios de ampliación y flexibilización del tórax, columna dorsal, capacidad expresiva y respiratoria.

El quinto centro es el laríngeo. Se abre hacia adelante a la altura de la garganta, y su tallo se inserta en la columna, en las vértebras cervicales bajas. Está relacionado con la glándula tiroides, con la garganta en su conjunto, y por ende, con nuestra posibilidad expresiva a nivel vocal y gestual de nuestra cara. Es un centro de discriminación de la energía: ¿qué va a entrar? ¿qué va a salir? ¿qué energía sube? ¿qué energía baja?. Es un centro predominantemente transformador de la energía a través de la voz, el canto, la palabra, la escritura, y todas las artes por su función plasmadora y de traducción de la inspiración en algo visual, audible o inteligible. Transforma y traduce tanto la energía que recibimos del Cielo, como la que recibimos de la Tierra.

Aclaro que cuando nuestros centros trabajan correctamente, van efectuando siempre una transformación de la energía que circula a través de ellos; haciéndose más sutil a medida que asciende, y más densa y encarnada a medida que desciende. Al proceso de descenso de la energía, lo consideramos nuestro proceso de encarnación en la Tierra. Consideramos que venimos de las Estrellas, en forma de energía sutil, con cierta intención y necesidad que se va manifestando o encarnando a lo largo de nuestras vidas, al seguir circulando nuestra energía a través de nuestros Centros.

Llegamos por nuestro centro coronario, séptimo centro, cuya corola se abre en dirección al Cielo, y su tallo se inserta posiblemente en el mismo cráneo, un poquito más por debajo y hacia la parte posterior de este. También conocido como la Flor de los Mil Pétalos, está relacionado con la glándula pineal, y todo nuestro cerebro. Su función mas sutil está relacionada con nuestra capacidad de inventiva, nuestra posibilidad creativa, manifestada pocas veces en nuestras vidas, en relación a lo que podríamos lograr con un trabajo profundo y constante con nosotras/os mismas/os. A nivel orgánico está relacionado con el equilibrio entre todas la funciones de nuestro organismo y sus máximas posibilidades de rendimiento y realización.

Por último mencionaré el sexto centro, llamado por nosotros: centro de la Visión, también conocido como centro frontal, ya que se abre hacia el frente a la altura del entrecejo, y su tallo se inserta en el hueco del occipucio. Esta relacionado con los órganos de la visión, con la glándula pituitaria, y con la parte anterior de nuestro cerebro. Está muy relacionado con el centro coronario en sus funciones creativas, correspondiéndole a este centro de la visión, la posibilidad de visualizar y comenzar a dar forma a la inspiración recibida por el centro coronario.

A él pertenece nuestra posibilidad de imaginar y visualizar hacia adentro y hacia afuera nuestro. La imaginación, por la interferencia con los centros bajos, la solemos tener hipotecada en imágenes que nos producen miedo o angustia, pero en la medida que estas emociones se vayan transformando, podremos alcanzar un estado de mayor claridad en relación a nuestra función en la Vida, nuestro propósito y nuestra Identidad.

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