Experiencia en un grupo de Río Abierto en la escuela Ocachicualli

“Solo en las voces que vuelan
Lleva alas de corazón.
Llévalas de aquí que son
Únicas voces que vuelan”.
Carlos Pellicer

Veníamos de un año especialmente difícil. La escuela había crecido y muchas cosas nos dejaban insatisfechos. Estábamos muy desgastados pero con muchas ganas de aprender de los errores, de renovar el proyecto y ajustarnos a las  nuevas condiciones de espacio y número de alumnos. Pedirle a Alicia un taller para los docentes era una de las iniciativas que más se nos antojaba. Esto fue así por pura intuición ya que en realidad ignorábamos qué efectos tendría sobre el equipo.

Montones son las vivencias interiores nuevas y profundas que todos reportamos continuamente. A mí en particular, Río Abierto me ha abierto los ríos de mi energía atorada, me ha liberado de la necesidad de cargar a mi cuerpo de tensiones y emociones apelotonadas y me brinda el tiempo y espacio semanal en donde aprender a volar, a recuperarme a mí misma, si es que en la cotidianidad me voy perdiendo; es como la bonita sensación de llegar a casita por las noches sabiendo que el descanso te espera en uno de tus sitios preferidos. Como dijo una de las integrantes del grupo: “el taller se ha vuelto una necesidad”.

Soltar cíclicamente toda energía negativa va haciendo que cada vez tengas  menos y entonces mientras brincas, mueves todo tu cuerpo y suenas tus quejidos y voces, integras, con todos tus órganos, con toda tu piel, con todos tus huesos, tu vida a la silente vida del cosmos y en algunas clases hasta te vas y no regresas en un ratote.

Todas estas cosas me parece que le suceden también al cuerpo docente. Porque de alguna manera funcionamos como cuerpo también: unos son los ojos, otros la cabeza, otros las manos hacedoras o las piernas motoras y sostenedoras y todos somos el corazón de Ocachi. El taller con Alicia, Moisés y Alejandra da cuerpo y movilidad a esa estructura imaginaria. Ha permitido o propiciado que funcionemos con más armonía. Al hacer un trabajo tan intenso y profundo con las mismas personas con las que convives todos los días y a las que además quieres mucho, los lazos se van afianzando y yo diría que con una característica que probablemente es resultado de este taller: con sinceridad. Existe una forma más directa y digna por cierto, de relación entre nosotros. La calidad y los tipos de comunicación en el equipo de maestros se han ampliado porque en el taller compartimos cosas muy importantes y nos damos abrazos, apretones de mano, nos reímos cantidades, nos consolamos cuando drenamos nuestras tristezas… en fin, el compromiso con la verdad, con el proyecto y su práctica congruente, con los afectos, con la superación sin competencia, son algunas de las ganancias de tomar este taller que hoy día se ha abierto a personas que nada tienen que ver con la  escuela enriqueciéndolo aún más.

Me imagino que puedo ser portavoz del sentimiento más generalizado sobre este trabajo: GRACIAS.

Patricia Salazar Villava

Maestra y Coordinadora Psicopedagógica

Cuernavaca, Morelos.

México

Diciembre 1995

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